"Nunca el mundo ha sido tan desigual en las oportunidades que brinda, pero tampoco ha sido nunca tan igualador en las ideas y las costumbres que impone. En el mundo sin alma que se nos obliga aceptar como único mundo posible, no hay pueblos sino mercados" (Galeano).
Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta el mundo hoy día es el número cada vez mayor de personas que están excluidas de una participación positiva en la vida económica, social, política y cultural de sus comunidades. La crisis económica nos muestra así su peor cara, cambiando el perfil de las personas que quedan en exclusión social. Una sociedad así no es ni eficaz ni segura.
La educación es uno de los factores más influyentes en la construcción de las trayectorias vitales de los individuos. La mejora de los niveles educativos siempre conducirá a un mayor potencial de integración social. Aunque creer que sólo con educación se solucionan los problemas sociales es una respuesta simplista y falsa. Está claro que no se puede pensar en que con “mágicas” reformas y “geniales” políticas educativas se solucionarán estas problemáticas. Al cambio de los obsoletos modelos educativos hay que sumar colaboración de parte de las instituciones estatales y las organizaciones sociales. En cuanto a la educación, claro está que por sí sola es imposible encontrar una solución real. Sin embargo, su aporte es fundamental, siempre y cuando sea dentro del marco de una educación transformadora.
No podemos olvidar la participación de las personas afectadas por la exclusión social, pues es imprescindible para diagnosticar los factores excluyentes, así como para establecer las acciones que nos permitan frenar este proceso.
Las distintas circunstancias vitales, entre las que podemos encontrar su propia imagen devaluada o de rechazo que les devuelve la sociedad, afectan a la autoimagen y se desaniman a la hora de participar, dando lugar a la profecía autocumplida. Por otro lado, las personas afectadas por la exclusión, suelen carecer de habilidades sociales, que aún les hace aislarse más. Actitudes como la conflictividad, la apatía, la desconfianza, la desesperanza… suelen incidir de manera muy negativa generando un círculo de autoexclusión.
Además nos encontramos en una sociedad dónde SE ANTEPONE EL TENER AL SER. Ante esta perspectiva nos debemos proponer PARTICIPAR para que podamos conocer las causas de la exclusión en cada persona, actuar , frenar y revertir la exclusión, sacar partido de las capacidades que tienen todas las personas, que sus opiniones sean tenidas en cuenta en las cosas que les importan o interesan, que se respeten sus derechos en igualdad de condiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario